Entonces
los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y
oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová y
para los que piensan en su nombre (Malaquías 3:16).
Al cristiano se otorga
el gozo de reunir los rayos de luz
eterna del trono de gloria, y de reflejar esos rayos no sólo sobre su propio camino, sino sobre
los senderos de las personas con quienes él
se relaciona.
Al hablar
palabras de esperanza y estímulo, de agradecida alabanza y bondadoso
aliento, puede esforzarse por ayudar
a quienes lo rodean a ser
mejores, a elevarlos, a señalarles el camino
al cielo y la gloria, y conducirlos a buscar,
por sobre todas las cosas
terrenales, la sustancia eterna, las riquezas que son
imperecederas.
"Regocijaos
en el Señor siempre -dice el apóstol-. Otra vez digo: ¡Regocijaos!"
(Filipenses 4:4).
Doquiera
vayamos, debemos llevar una atmósfera de esperanza y gozo cristianos; entonces quienes están separados de
Cristo verán atractivo en la religión que profesamos; los incrédulos verán
la consistencia de nuestra fe.
Necesitamos tener una
percepción más clara del cielo, la tierra donde todo es reluciente y alegre.
Necesitamos conocer más de la plenitud de la bendita esperanza.
Si
estamos constantemente "regocijándonos en la esperanza",
seremos capaces de hablar palabras de
aliento a quienes nos rodean...
No sólo en la
asociación diaria con los
creyentes y los incrédulos hemos de glorificar a Dios al hablar a menudo unos a otros palabras de gratitud y regocijo.
Como
cristianos, se nos exhorta
a no dejar de reunirnos, para nuestro propio refrigerio y para impartir el consuelo que hemos recibido.
En estas
reuniones, celebradas semana tras semana, debemos espaciarnos en la bondad y las muchas misericordias de Dios, en su
poder para salvar del pecado.
En rasgos, en
genio, en palabras, en carácter, hemos de
ser testigos de que el
servicio de Dios es bueno. Así
proclamaremos que "la ley de Jehová es perfecta, que convierte el
alma" (Salmo 19:7).
Nuestras reuniones de oración y de sociabilidad deberían
ser de
especial ayuda y aliento... Esto puede ser hecho de mejor manera si
tenemos una
nueva experiencia diaria en las cosas de Dios, y no vacilaremos en
hablar de su amor
en las asambleas de su pueblo...
Si pensáramos y
habláramos más de Jesús, y menos de
nosotros mismos, tendríamos mucho más de su
presencia.
Si permanecemos en El, seremos tan
llenos de paz, fe y valor,
y tendremos tantas victorias y experiencias, para
relatar cuando
vengamos a las reuniones, que otros serán refrescados por
nuestro testimonio claro
y decidido por Dios.
Estos preciosos reconocimientos de alabanza a la gloria de su gracia, cuando son presentados por una vida semejante a la de Cristo, tienen un poder irresistible, que obra para la salvación de las almas.
-Southern Watchman, 7 de marzo de 1905. RJ212/EGW/MHP
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AUDIO.
https://www.youtube.com/watch?v=pMnK7jZYTgQ&list=PLtrFh-HO7ogBX3lJ-BVlf4v1fLk5TmqV6&index=25&pp=sAQB
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