Así
que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y
miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles
y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. (Efesios
2:19,20).
El enemigo de la
justicia no escatimaba ningún esfuerzo para detener
la obra encomendada a los edificadores del Señor. Pero Dios "no se dejó a sí mismo sin testimonios"
(Hechos 14:17).
Se levantaron obreros capaces de
defender la fe una vez dada a los santos.
La historia registra la fortaleza y el heroísmo de esos hombres.
Como los
apóstoles, muchos de ellos cayeron en sus puestos, pero la construcción del templo siguió avanzando constantemente. Los obreros fueron muertos, pero la obra prosiguió.
Los
valdenses, Juan Wiclef, Hus y Jerónimo,
Martín Lutero y Zwinglio, Cranmer, Latimer y Knox, los hugonotes, Juan y Carlos
Wesley, y
una hueste de otros, colocaron sobre el
fundamento materiales
que durarán por toda la
eternidad.
Y años después, los que se esforzaron tan noblemente para promover la circulación de la Palabra de Dios, y los que por su
servicio en países paganos prepararon el camino para la proclamación del último gran
mensaje, también ayudaron a levantar la estructura.
Durante los años transcurridos desde
los días de los apóstoles la edificación del templo de
Dios nunca cesó.
Podemos lanzar una mirada retrospectiva a través de los siglos, y
ver las piedras vivas de las cuales está
compuesto, resplandeciendo como luces en
medio de las tinieblas del error y
la superstición.
Por toda la eternidad esas preciosas joyas brillarán con creciente
fulgor, dando testimonio acerca del poder
de la verdad de Dios.
La
centelleante luz de esas piedras pulidas revela el inmenso contraste que
hay entre la luz y las
tinieblas, entre
el oro de la verdad y la escoria del
error.
Pablo y los otros apóstoles, y todos los justos que han vivido desde entonces, hicieron su parte en la construcción del templo.
Pero
la estructura todavía no está
completa. Los
que vivimos en este tiempo tenemos una obra que hacer, una parte que realizar. Tenemos que traer material para el fundamento, que resista la prueba del fuego: oro, plata y piedras preciosas, "labradas como las de un palacio" (Salmo 144:12).
A los que
edifican así para Dios, Pablo les dirige palabras de ánimo y amonestación: "Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa" (1Corintios
3:14)...
El cristiano que presenta fielmente la Palabra de
vida, guiando a hombres y mujeres por el camino de la santidad y la paz, coloca sobre el fundamento material que perdurará, y en el reino de Dios será honrado como sabio
constructor. -Los
hechos de los apóstoles, págs. 493, 494. RJ216/EGW/MHP 217
AUDIO.
https://www.youtube.com/watch?v=9epwgM61nbM&list=PLtrFh-HO7ogBX3lJ-BVlf4v1fLk5TmqV6&index=29&pp=sAQB
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